lunes, 20 de octubre de 2008
La ciclotimia de los argentinos
sábado, 11 de octubre de 2008
Tu voto no fue positivo
Cuando aquella madrugada, el vicepresidente kirchnerista, Julio César Cleto Cobos, dijo que su voto no era positivo fue un acto fallido que la mayoría de los periodistas prefirieron omitir. En vez de decir que su voto era por la negativa dijo que no era positivo. Como un macabro presagio, el tiempo y la economía le dieron la razón. Acaba de conocerse que el campo perdió medio millón de dólares por haberse opuesto a la resolución 125. Si hoy tuvieramos retenciones móviles, los exportadores de soja pagarían entre 31 y 33 por ciento, contra el 35 por ciento que pagan ahora gracias a las malas decisiones de la Mesa de Enlace.
Con cara puede Eduardo Buzzi juntarse con los pequeños productores y omitir este dato. Con que cara puede seguir gritando De Angeli después de haber estafado a la Federación Agraria. Pero bueno, hasta que los diarios no lo digan, la gilada porteña no se va a avivar. Porque si ´los medios sojeros no lo dicen, es porque no pasa.
Por suerte, una cosa son los medios y otra la realidad.
viernes, 10 de octubre de 2008
Otro genocida en la cárcel
Es muy importante en estos tiempos en que muchos medios de comunicación intentan volver a imponer la teoría de los dos demonios, que la Justicia siga avanzando. Quizás muchos ya lo sepan pero es importante volver a aclarar lo que es un delito de lesa humanidad para la justicia internacional y para nuestra Corte Suprema: es aquel delito que se comete contra toda una sociedad por parte de una institución del Estado. Por eso, la Justicia ya dictaminó que los únicos genocidos son los militares del Proceso. Los montoneros nunca integraron las estructuras del Estado y muchos de ellos fueron condenados por sus hechos. Es muy triste escuchar a algunos falseadores hablar de determinados hechos realizados durante los 70 por las fuerzas guerrilleras y hablar de impunidad, de una sola mirada y todas esas pavadas. Primero, esos crimenes prescribieron porque no pueden considerarse de lesa humanidad. Segundo, la mayoría de los supuestos guerrilleros denunciados hoy están muertos o desaparecidos. Tercero, el resto pasó la dictadura en la cárcel, sufriendo torturas y todo tipo de vejaciones. Me encantaría que muchos colegas puedan hacer un cursito de derechos humanos.
martes, 7 de octubre de 2008
Periodismo con máquina de escribir
Para empezar, usábamos máquina de escribir. Cada vez que teníamos que empezar a escribir una nota dejábamos pilas de hojas pautadas tiradas a nuestro lado. Cada nueva idea, una hoja nueva. Ni pensar en apretar el backspace. Las tachaduras con XXXXXXXXX se multiplicaban en el papel. Tampoco medíamos las notas en caracteres. Generalmente cada línea de la hoja pautada tenía 70 espacios. Nosotros usábamos 60. Y las notas se medían por líneas (40 x 60, significaba 40 líneas de 60 espacios). Los títulos volantas, copetes y epígrafes se contaban a ojito, espacio por espacio. Los editores y diseñadores, diagramaban con dibujos sobre un papel y pegaban las diapos de las fotos.
La fotografía también cambió con la llegada de la digitalización. Por entonces se usaban diapositivas y negativos. Nada de diskettes, CDs con fotos, ni por mail. Se sacaba una foto y había que esperar que llegara del laboratorio para ver si había quedado bien y esperar la sentencia del editor mientras la miraba en el negatoscopio (una especie de cajón con una luz adentro y un frente de acrílico que iluminaba la diapositiva y que se miraba con una especie de lupa que llamábamos “ojito”. En las coberturas fuera de Buenos Aires o sobre la hora de cierre había que avisar si la foto era horizontal o vertical para que el editor dejara el espacio en la página. Y era habitual ir al aeropuerto para darle el rollo a un pasajero que nos hacía el favor de llevarlo a Buenos Aires donde lo esperaba algún cadete de la revista. Nosotros llamábamos a la editorial para avisar: “Vuelo xxxx, que llega a las xxxxx horas. Va con un gordito de remera gris y jean que tiene barba candado”.Los cierres eran kilométricos. Nunca terminaban antes de las cinco o seis de la mañana. Y siempre nos hacíamos un momento para tomar algún copetín con los más viejos (Mario, Miguel y demases, no me maten por lo de viejos jeje). Y después uno se quedaba a cargo de revisar los cromalines. Ese se quedaba hasta las ocho de la mañana y al otro día no trabajaba.
Por supuesto no existían los celulares. Para llamar a la redacción había que ir a un teléfono público. A lo sumo podíamos tener un radio mensaje, pero por lo general llamábamos una vez cada hora para recibir instrucciones. Todavía me acuerdo una de las primeras veces que me dieron un celular y estaba en el medio del desierto en Mendoza y ¡podía hablar desde el medio de la nada por fono! Las palms tampoco existían. Y las páginas de internet de guías telefónicas tampoco. Nuestra agenda valía plata. Cada número de atesoraba y te daba valor como periodista. Los números sólo se prestaban a los amigos. Y eran de papel, claro. Y una no alcanzaba y había que comprar repuestos de las hojas del índice. La y la M, eran las que nunca alcanzaban. La X siempre sobraba.
Espero que alguno de ustedes me ayude con estas anécdotas de la memoria. Seguramente se me pasan algunos detalles de esta prehistoria del periodismo que no tiene más que unos poco años.
viernes, 3 de octubre de 2008
Un negocio millonario
Una duda nomás. Para pensar....