Pasó casi desapercibido. Los medios están demasiado ocupados en otros temas. En cuidar sus bolsillos, por ejemplo. Pero ni siquiera se toman la molestia de remediar sus propios errores. Durante los años 80 y 90, los mellizos Reggiardo Tolosa (apropiados por el policía-torturador Samuel Miara) fueron víctimas de una persecución periodística que hizo del morbo la fuente de sus más preciadas ventas. Dos adolescentes que debían lidiar con pasado, su presente y su futuro. Dos adolescentes que debían tomar decisiones para la que muchos adultos no estaban preparados. Y sí, personalmente creo que se equivocaron. Una equivocación también víctima. Una equivocación que fue producto del mismo sistema que los condenó a vivir en la mentira y la frustración.
Recuerdo que apenas daba mis primeras armas en el periodismo en lo peor del “caso Miara” y no podía evitar indignarme con los evidentes intereses políticos de muchos periodistas. La consigna de los oscuros defensores de la mentira era: “Vieron, tanto buscar a los nietos y así sólo les cagan la vida porque ellos están bien como están, con sus padres adoptivos”. Inclusive el periodista norteamericano que los encontró escribió una carta sintiéndose responsable por haberles cagado la vida.
Cuando escribía “Setentistas” descubrí que sus padres militaban en Faep (Frente de Agrupaciones Eva Perón), uno de los grupos que investigaba. Sin muchos más datos, decidí evocarlos en el libro para no perder la memoria de los crímenes que se cometieron con ellos y su familia. Y con la de miles de argentinos.
Hace unas semanas, en la tapa de la revista Noticias, lo veo a Matías Reggiardo Tolosa explicando -15 años después- el reencuentro con su familia biológica, la recuperación de su verdadero apellido, de su vida, de su historia, de la de sus padres y un nivel de comprensión de su situación que deja bastante atrás aquella adolescencia. Casi al mismo tiempo, Matías pasó a ser uno más de mis “amigos de Facebook”. Y tuve el placer de ir conociéndolo. Y escucharlo ahora hablar sobre la importancia de la verdad y de cómo cualquier dolor se supera con la verdad y la comprensión, me reconciliaron con muchas cosas. Tal vez hasta con el periodismo. Porque sin dudas, los mellizos Reggiardo Tolosa son un triunfo de la democracia. Y tal vez hasta de la actual política de derechos humanos. Suena muy solemne pero es así. Seguramente ellos se sientan sólo como dos pibes que tratan de hacer lo mejor con sus vidas. Pero ese valor simbólico (que espero que ellos no sientan sobre sus espaldas) es muy importante para aquellos que creemos en la memoria, la verdad y la Justicia. Y yo espero que todos los Samuel Miara se pudran en la cárcel. No por venganza, no por revanchismo que no siento porque apenas era un niño en los setenta. Simplemente por Justicia.
jueves, 27 de noviembre de 2008
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1 comentario:
me acuerdo de aquel nefasto programa de hadad y longobardi con estos dos pibes... a la altura del de massera
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